Si uste quiere que su hijo sea brillante,cuentele cuentos de hadas, si usted quiere que su hijo sea muy brillante, cuentele aun mas cuentos de hadas
Albert
Einstein
El
Jardín De Las Hadas
Hace
más de mil años atrás existió, en un gran
bosque encantado, un pueblito en miniatura donde habitaban hadas y
duendes juntos en armonía. El pueblito se llamaba “hongo
verde”, y tal como indicaba su nombre, en el centro de la ciudad
podía verse un gran hongo verde que daba vida a todas las
criaturitas mágicas que ahí nacían, es decir,
que si el hongo era destruido todos los moradores morirían. Un
día una tragedia los azotó. El hombre comenzó a
destruir el bosque arrasando todo lo que podía tener vida y
luego, después de muchos años de destrucción, el
bosque desapareció por completo llevándose consigo toda
la magia que un día pudo existir. Pasaron los días,
los meses y los años, y poco a poco una gran ciudad empezó
a nacer en lo que alguna vez fue un gran bosque. Mil años
después, en un gran jardín de una bella casa, algo
extraño comenzó a suceder en un rincón desolado
y sin vida. Lo que nunca había podido florecer lo estaba
haciendo y, lo que en un tiempo fue maleza y hierba mala, ahora era
pasto tierno y verde rodeado de un colchón de violetas, todas
tan perfectas que parecía que había magia. El rincón
que alguna vez fue el más feo de ese jardín, de la
noche a la mañana se había convertido en el más
bello lugar. Sin embargo, un pequeño detalle intrigaba a los
dueños de la casa: justo el día en que su hija Dalia
descubrió aquel bello jardín en miniatura, una extraña
mancha en forma de hada le salió en su brazo derecho. Pero eso
no era todo, aún más intrigante resultaba el hecho de
que todos descubrieran esa mancha justo después de que ella
tocara el hongo verde en medio de toda la hermosura del
jardincito. Pese a las circunstancias los padres de Dalia
decidieron que aquel hongo se iría para siempre en la mañana.
Y esa noche, mientras todos dormían, la manchita de Dalia
comenzó a brillar haciéndola despertar. Dalia miraba
atónita la mancha en su brazo cuando, de repente, la mancha
salió de su brazo para convertirse en una bella hada que no
dejaba de mirar a la niña paralizada en su cama. Con una dulce
voz, le dijo: “sígueme”. Dalia se paró rápidamente
de su cama y, poniéndose los zapatos con prisa, salió
tras el hada que volaba hasta el pequeño jardín. Dalia
se detuvo al descubrir que, alrededor del hongo verde,miles de hadas
volaban haciendo florecer bellas flores y cuidando las que ya estaban
allí. Fue en eso que otra hada se le acercó a Dalia y
le explicó que sus padres querían arrancar el hongo y,
que si lo hacían, todas ellas morirían y ese rincón
no volvería a florecer. Dalia les prometió que hablaría
con sus padres y los convencería para que no lo hiciera, pues
ella quería ese trozo de jardín para ella sola. Sus
padres aceptaron y Dalia guardó en su corazón el
secreto del jardín mágico toda su vida.
Escrito
por Ana María Olivares
Un
Hada Para Recordar
Las
hadas viven en nuestro corazón y de ahí nunca se
marcharán. Para los que no creen en las hadas, hoy les
cuento esta historia, que ha ido pasando de generación en
generación en mi familia hasta llegar a mí. Mi
abuela me contó, que le contó su abuela, que hace
muchos años había una hermosa joven de cabello
oscuro y largo, sonrisa radiante, manos suaves, ojos negros y grandes
y su tez era morena, la hacían una de las muchachas más
bonitas del pueblo. Como todos los días,
ésta iba a recoger flores a la llanura que estaba cerca de
su pueblo, pero ese día no iba como siempre, no iba cantando y
las lágrimas que salían de sus ojos bañaban su
rostro de tristeza. La
muchacha, Ailín se llamaba, estuvo varios días que no
hacía sino llorar, y
en la llanura se sentaba en las raíces de un árbol para
desahogarse y que nadie escuchara su pena. Un
día estaba sentada en la sombra de aquel flamante árbol
y vio pasar algo volando
delante de ella y pensando que era una hoja no le dio mayor
importancia. Al rato un hada, pequeña pero linda, se le acercó
y le dijo:
¿Por
qué lloras, Ailín? A
pesar de ser tan hermosa y de tener muchos pretendientes, aún
no sé lo que
es amar, y mi corazón siente que solo late por seguir viviendo
y no por que
alguien lo haga latir para tener dos latidos en un mismo cuerpo. Ailín,
eres muy joven para conocer el sentido del amor, pero pronto te
llegará y volverás a sonreír como antes lo
hacías, volverás a entonar las dulces y tiernas
canciones que desprendían tus labios, y te sentirás
flotando y pensarás que vuelas pero es el amor lo que hace que
te sientas así. Tú,
siendo tan chiquita, ¿Cómo puedes conocer todo eso
sobre el amor? Porque
aunque me veas pequeña, yo ya tengo mis años. No me
puedo quedar
más,
tengo que irme, pero piensa que muy pronto estarás preparada
para conocer
el amor. El
hada desapareció. Aún con las palabras del hada Ailín
se sentía desgraciada,
y no quería seguir viviendo, quería sentir lo más
rápido posible lo que era el amor y que nunca la abandonara.
Varios
meses transcurrieron así. Ailín no era la de antes, ya
no se cuidaba el
cabello, y ya no se veía tan hermosa como antes, pero lo que
más apenaba a
la gente del pueblo era que sus ojos desprendían tristeza y se
ponía a llorar en cada rincón que pudiera.
El
hada se le aparecía todas las noches para darle consejos, pero
aun así Ailín no recuperaba la sonrisa. ¿Cómo
me sigues diciendo que mi amor va a llegar? Han pasado varios meses y
aun no ha pasado nada, mi corazón cada día esta mas
débil y no sé cómo combatir
eso. Ailín,
la paciencia es una virtud que todos debemos aprender, y tú
eres una de
las personas más dulces, bellas, tiernas y amables que he
conocido a lo largo
de mi vida, pero aún así te falta algo importante,
saber aprender, saber
vivir, y sobretodo tener paciencia. No
puedo tener paciencia cuando veo que mi rostro se marchita y mi
belleza queda
en el olvido. No
debes fijarte en la belleza del exterior, fíjate en la belleza
del interior
que es la importante. Puedes ser un demonio con cara de ángel,
o puedes
ser un ángel con cara de demonio, pero lo que tienes en el
corazón nadie
te lo podrá quitar jamás. Dicho
esto el hada se marchó una noche más, dejando a Ailín
sola con su pena. Al
escuchar las últimas palabras del hada que la acompañaba
cada noche, se dio
cuenta de que era muy hermosa, y que si su belleza quedaba en el
olvido era
porque ella quería. Se levantó y se puso lo más
hermosa que pudo, se peinó
el cabello, y volvió a esbozar una sonrisa, salió de su
casa para dar
un paseo con la luz de la luna por testigo de que ella había
vuelto, y de
que pronto sentiría el amor. El
hada la vio salir de la casa y la siguió. No sabía a
dónde se dirigía, pero
se pensó lo peor, y no quería que a Ailín le
pasara nada malo, pues se había
encariñado mucho con ella, y le tenía mucho afecto. Ailín,
se dirigió a la llanura, y se sentó donde se solía
sentar a llorar, pero
esta vez no lloró, entonó una canción y su voz
llegó hasta los oídos de la
gente del pueblo, que hipnotizados por la dulzura de la voz se
quedaron despiertos
a oír ese dulce cantar. Después
de largo rato cantando se sintió mejor, y se disponía a
volver a su casa,
pero alguien habló de detrás de unos matorrales. No
te vayas por favor, sigue cantando. ¿Quién
eres? - Dijo Ailín acercándose al matorral. No
te acerques por favor, no querrás verme, yo solo quiero que
sigas cantando,
tu voz es tan dulce que no quiero parar de escucharla ¿Podrías cantar
otra canción para mi? Ailín
estaba intrigada, pero aceptó la petición. Cantó
otra canción, y cuando terminó,
quiso mirar detrás de del arbusto, pero allí no había
nadie. Todas
las noches iba para la llanura a cantar una canción, y siempre
detrás del
arbusto le decían que cantara otra. Ella aceptaba. Un
día, decidió hablar con esa persona que estaba detrás
del arbusto y,cuando
le pidió otra canción, ella dijo¿Cómo
te llamas? Steven.
Steven, ¿Por qué nunca dejas que te vea?
Steven, ¿Por qué nunca dejas que te vea?
Te
asustarías de mi rostro. ¿Por
qué debo asustarme? Tuve
un accidente, mi casa se incendió y ahora tengo el rostro desfigurado, pero no quiero hablar de ello, me gustaría que
cantaras otra canción.
Steven,
todas las noche vengo aquí con la fe de poder verte, y ahora
que me
has dicho los motivos de el por qué no quieres que te vea, más
ganas me dan
de verte. No me asustaré, sólo quiero poder darte un
beso, puesto que
eres
el único chico con el que he estado tanto tiempo, y siento que
mi corazón
late junto con el tuyo. No podría irme de aquí sin
poder verte, aunque
solo sea una vez,aunque después no quieras que te vea más. Steven
se quedó pensativo. No sabía qué hacer. Él
la había amado desde el momento
en que la vio, pero su rostro, incluso él cuando se miraba en
un espejo
se daba miedo, y no quería que nadie lo viera, por eso solo
salía por las
noches, y cuando escuchó la voz de Ailín se quedo
prendado, y cuando la vio
se enamoró. Steven
se fue y no dejo que Ailín lo viera, y esa noche Ailín
volvió a la tristeza. El
hada volvió, y hablando con Ailín se enteró de
toda la historia. No
puedes obligar a Steven a que lo veas. Él está dolido
por cómo lo ha tratado
la gente desde el accidente. Debes entender su situación. ¿Tú
lo conoces? Ailín,
sí, lo conozco, y con él he hablado de ti, como voy a
hacer ahora contigo. El
hada le contó todo lo que sabía de Steven a Ailín,
pero no le dijo como podía
encontrarlo, puesto que había sido petición de Steven
que no se lo dijera
y ella se sentía en la obligación de no decírselo. Ya
entiendo el amor, sé lo que se siente, y aunque sea
correspondida no puedo
sentirme del todo completa porque no puedo tener la persona que amo
a mi
lado.
Ailín,
tiempo al tiempo, aunque si quieres besarlo, sé una manera de
que lo puedas
besar sin que lo veas. A
la noche siguiente Ailín se puso a cantar como todas las
noches, y Steven apareció.
Ailín le contó lo que le había dicho el hada, y
Steven aceptó,
puesto
que no había nada de malo en ello.
Ailín
se tapó los ojos con un pañuelo que había
traído. Ya
puedes salir.¿Seguro
que no ves nada? Estoy
segura, como no vengas me voy a caer. Steven
salió de entre las sombras y su rostro se iluminó por
la luna, a
pesar
de las quemaduras en su rostro se veía que era un muchacho
hermoso. Abrazó
a Ailín, y ésta se dejo llevar. Había prometido
no quitarse la venda, y
lo agarró de la mano. Se dieron un largo y tendido beso, y
cuando terminaron,
Steven le dijo:
¿Por
qué te has enamorado de mí? No me has visto, nunca nos
hemos tocado pero
aun así siento que tu corazón late al compás del
mío. Steven,
un hada me dijo una vez que no importa la belleza exterior, si no la
interior. No me hace falta verte para saber que eres una persona
hermosa por
dentro y, si para poder besarte, tengo que hacer esto todas las
noches lo hago,
porque mi amor es tan grande que ve mas allá de las vendas que
tienen la
mayoría de la gente en los ojos. Yo veo en tu interior y sé
que eres hermoso.Ailín,
puedes quitarte la venda, puedes verme si quieres. Dicho
esto, Ailín
se quito la venda, pero no se asustó, tuvo una radiante
sonrisa en los labios
y lo miró a los ojos. Eres
muy hermoso, no quiero separarme de ti nunca. Poco
después Ailín y Steven se casaron, la gente del pueblo
se sintió avergonzada
por cómo habían tratado a Steven y comprendieron que la
belleza está
en el interior. El
hada los siguió visitando hasta que se enteraron de su muerte,
pero ellos la
recuerdan, y le cuentan a sus nietos que un hada los ayudo a unirse.
Escrito
por Ruth Basto Trujillo
Un zapatero, sin que fuera su culpa, había
llegado a tal pobreza que al final no le quedaba más que el cuero necesario para un par de zapatos. Así que al anochecer, hizo los cortes para los zapatos que haría a la mañana siguiente, y como tenía limpia su conciencia, se acostó tranquilamente en su cama, se encomendó a Dios, y se quedó dormido.
En la mañana, después de decir sus oraciones, fue a sentarse a su banquillo para trabajar, y encontró los zapatos finamente terminados sobre la mesa. Él quedó atónito y no sabía que pensar de aquello. Tomó los zapatos en sus manos para observarlos más de cerca, y estaban tan perfectamente confeccionados que no encontró una sola mala puntada, eran toda una obra maestra. Poco después un comprador llegó, y como le gustaron tanto los zapatos, pagó más que lo de costumbre por ellos, y con ese dinero el zapatero pudo comprar material para dos pares de zapatos. Hizo los cortes en la noche, y a la mañana siguiente se preparó con fresco coraje para empezar su trabajo. Pero no tuvo necesidad de eso, porque cuando se levantó ya los encontró hechos, y no tubo que esperar nada por compradores que le pagaron suficiente dinero como para comprar cuero para otros cuatro pares de zapatos. Y a la mañana siguiente todo se repitió, encontrando los cuatro pares ya hechos. Todo fue tan constante, que lo que preparaba en la noche amanecía confeccionado al otro día, de modo que pronto tuvo su propia independencia y llegó a ser un hombre rico. Y ocurrió que una noche poco antes de Navidad, cuando el hombre había hecho los cortes de los próximos zapatos, le dijo a su esposa, antes de ir a dormir:" ¿Qué te parece si nos quedamos levantados para ver quien es el que nos da esta mano de ayuda?"A la mujer le gustó la idea, encendió una candela, y se escondieron en una esquina del cuarto entre algunos vestidos que colgaban allí, y esperaron. Cuando fue medianoche, dos lindos y pequeños hombrecillos desnudos llegaron, se sentaron sobre la mesa del zapatero, cogieron todos los cortes que estaban listos y comenzaron a coser y a martillar con tal habilidad y rapidez con sus pequeños dedos que el zapatero no podía quitar la vista del asombro. Ellos no pararon hasta tener todo hecho, y al finalizar se levantaron y corriendo rápidamente se alejaron.A la mañana siguiente la mujer dijo:
"Esos hombrecitos nos han hecho ricos, y realmente debemos de mostrarles que les estamos muy agradecidos por ello. Ellos andan así, sin nada encima, y deben sentir frío. Te diré que haré: Coseré para ellos pequeñas camisas, y abrigos, y vestidos, y pantalones, y les tejeré a ambos un par de medias, y tú, hazle un par de zapatitos para cada uno."El hombre dijo: "Me encantará hacérselos."Y una noche, cuando todo estuvo listo, les dejaron los regalos en la mesa en lugar de los cortes usuales de los zapatos, y se escondieron para ver que harían los hombrecitos. A medianoche llegaron ellos resueltos a trabajar como de costumbre, pero como no encontraron los cueros cortados, sino solamente los lindos artículos de vestimenta, al principio se sorprendieron, y luego más bien mostraron gran complacencia. Se vistieron con gran rapidez, poniéndose encima los regalos y cantando:"Ahora somos muchachos lindos para ver, ¿Por qué zapateros hemos de ser?"Ellos bailaron y brincaron, y saltaron sobre sillas y bancos. Al final bailaron fuera de la puerta y se alejaron. Desde ese entonces no volvieron, pero en el tanto que vivieron el zapatero y su esposa, todo siguió bien con ellos, y todo lo que manejaron prosperó.
CUENTOS DE GRIMM
En proceso. Disculpen las molestias
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